ALBARRACÍN
APARCAMIENTO
Acabo de llegar a Albarracín. ¿Dónde dejo el coche?
Lo más cómodo, El Parking Bajo. Está junto a la carretera, como si te fueras a meter en el camping. Es muy amplio (401 plazas) y admite hasta autocaravanas.
CASA DOLZ DE ESPEJO
Dejamos el coche y por la primera cuesta que nos encontramos al volver a la carretera y nos dirigimos a la Calle Azagra.
Allí vamos a encontramos a la derecha la Casa Dolz de Espejo.
Los Dolz, originarios de Teruel, y los Espejo, provenientes de Castielfabib, pero vecinos de Albarracín ya desde finales del siglo XV, se unieron formando el linaje Dolz de Espejo, que durante más de doscientos años fueron una de las familias insignes de la localidad.
Es un edificio construido en los siglos XV-XVI. Sus muros son de mampostería, en los que se abren balcones y ventanas protegidos con forja. La puerta de entrada es adintelada sobre la que se encuentra el escudo de la familia.
CASA DE LA BRIGADIERA
Unos pasos más arriba vamos a encontramos con la conocida como “Casa de la Brigadiera”, hoy Hotel Albarracín.
Es un edificio de mampostería de tres pisos. En la parte inferior se abre la portada, de piedra, en arco de medio punto dovelado. En el segundo piso un balcón rectangular, y a la derecha un pequeño vano adintelado. En el tercero se abre la típica galería de arquillos de medio punto bajo un gran alero de madera.
Este palacete fue construido en el siglo XVI por la familia Arganza (1502), posteriormente fue habitado por los Pérez de Santa Cruz-Arganza; heredando finalmente la propiedad los Asensio de Ocón y Marcilla.
El último descendiente de la familia Asensio de Ocón se llamó José María, el cual siendo muy joven se incorporó a los ejércitos reales. Fue condecorado y nombrado brigadier por el rey Fernando VII. Nuestro brigadier casó en segundas nupcias con su sobrina doña Joaquina Dolz del Castellar y Toyuela, dama de una de las familias nobles de Albarracín. Poco duró el matrimonio, ya que don José María Asensio murió el 27 de octubre de 1847, sin dejar descendencia. Por ese motivo su viuda heredó todas sus posesiones, entre ellas el palacete del que estamos hablando.
El brigadier fue enterrado en la capilla de la familia, bajo la advocación de Santa Ana, en la Catedral de Santa María, capilla que mandó dorar y pintar doña Joaquina en el año 1857.
Según cuentan durante la Guerra de la Independencia, en el año 1809, los franceses entraron en la ciudad, doña Joaquina se vio obligada a alojar en su palacio a varios oficiales franceses. Una noche uno de ellos intentó propasarse con ella, y el resultado fue que el francés fue arrojado por una de las ventanas que se abren a la parte posterior de la casa, cayendo por los escarpes rocosos que dan a la parte oriental de la ciudad. Desde entonces la casa de los Asensio de Ocón, fue conocida como “la Casa de la Brigadiera”.
CASA DE LOS NAVARRO DE AZURIAGA
Seguimos subiendo y vamos a encontramos con la Casa de los Navarro de Arzuriaga. No tiene pérdida porque su fachada es azul. La única fachada azul de todo Albarracín. Su propietario en el siglo XVIII fue el ganadero Pedro Navarro de Arzuriaga, y según se cuenta, que un mozo de la familia, en una de las trashumancias a Andalucía, se enamoró de una joven de La Carolina (Jaén) y le prometió que si se casaba con él, no echaría de menos su tierra.. Pues este señor, remodeló la casa, la llenó de geranios, puso rejas andaluzas en las ventanas y la pintó con cal y azulete, tal como se llevaba en aquel entonces en Andalucía… y vivieron felices muy muy felices.
En la actualidad es una casa rural restaurada totalmente por dentro donde puedes alojarte.
PLAZA MAYOR
Seguimos subiendo cuestas hasta desembocar en la Plaza Mayor. Allí nos vamos a encontrar el Ayuntamiento, edificio con forma de U irregular.
CATEDRAL DEL SALVADOR
Desde la Plaza Mayor parte la calle de la Catedral, una de las vías más importantes de la ciudad que nos conduce a dos visitas ineludibles: la Catedral del Salvador y el Palacio Episcopal. La Catedral conserva numerosas piezas de imaginería y su altar mayor está considerado como una obra cumbre del arte aragonés.
PALACIO EPISCOPAL
Al lado de la Plaza la Seo se halla el Palacio Episcopal que conserva todo el esplendor del siglo XVII. Su fachada es una soberbia portada barroca labrada en piedra y en su interior, se encuentra situado el museo Diocesano, que cuenta con una interesante colección de tapices flamencos y piezas de gran valor.
Alcazaba de Albarracín
Su estado no es demasiado bueno. Se llevan a cabo excavaciones en su interior desde hace décadas con el objeto de habilitarla para los visitantes, por lo que solamente es visitable mediante visitas guiadas ya que está en proceso de excavación y tiene abiertas catas en las que no se puede entrar.
Fortaleza de planta irregular y tipo roquero, cuyos muros recorren el borde de una meseta rocosa que se alza en medio de la península que forma el río, por encima de las casas. Ocupa una superficie de 3.400 m2. Tiene once cubos, todos circulares y de época musulmana, excepto uno, de planta cuadrada y construído por los cristianos, abiertos hacia el interior. Se nota la falta de altura, pues fueron desmochados por decreto de Felipe V. La restauración de su interior, que comenzó en el año 2001 y todavía prosigue, se ha limitado a mejorar y sacar a la luz los elementos existentes, sin añadir nada. Se caracteriza por presentar un patio abierto y edificios a los lados. Debajo del patio hay un gran aljibe. En la parte Norte se sitúa la parte señorial o residencia principal, zona más elevada, y hacia el Sur, estaba el barrio de viviendas. Es de reseñar que también se halla presente un hipocausto, baño musulmán con todo lujo de detalles. Las excavaciones han encontrado restos de una casa musulmana y un gran basurero, del siglo XI, en el que se han hallado multitud de objetos desde restos de animales hasta utensilios cosméticos y de diferentes utilidades que demuestran claramente la importancia económica y de lujo que este castillo debió poseer en aquella época. Todo su aparejo, bastante uniforme, es de mampostería de piedras menudas.
La historia de este castillo está ligada al clan de los Banu Razin, que durante la época del califato se hicieron con el control de este territorio, convertido en taifa islámica tras la desintegración del califato. En tiempos del Cid, Albarracín era aún capital del reino bereber de los Banu Razín. En 1088, en Calamocha, el Cid recibió en su campamento una embajada de la taifa, fruto de cuyas negociaciones el reino se hizo tributario suyo. Hasta 1093 la relación con la taifa fue de cierta supeditación al Cid, pero al advertir Rodrigo que el rey de Albarracín pretendía conquistar Valencia, sobre la que él ya ejercía su protectorado, lanzó un ataque de represalia contra sus territorios en septiembre de 1093: en una refriega en los alrededores de la ciudad el Cid recibió un grave lanzazo en el cuello que estuvo a punto de costarle la vida.
CASA DE LA JULIANETA
Volvemos de nuevo a la Plaza Mayor, Pero ahora nos vamos a ir por la calle el Portal de Molina que nos va a llevar hasta la Casa de la Julianeta, al Portal de Molina y a la Muralla.
Casa de la Julianeta. Es, quizás, la casa más fotografiada de todo Albarracín, tan inclinada que parece a punto de derrumbarse. Esta casa data del siglo XIV se levanta en el ángulo agudo que forman dos calles en cuesta, lo que acentúa la sensación de desequilibrio.
PORTAL DE MOLINA
El Portal de Molina está formado por dos sólidos torreones cuadrados y un arco de medio punto con dovelas de sillería.
Una vez pasado el portal se aprecia el sistema defensivo de la muralla con torres y lienzos de muralla que escalonan la muralla y en el convergen las dos calles que dan a la Plaza Mayor: la de Santiago, que nos conduce desde la “Casa Julianeta” hasta el mismo pie de la iglesia y la del “Mesón de la comunidad”.
MURALLA DE ALBARRACÍN
El casco histórico de Albarracín se encuentra rodeado por sus murallas o al menos lo que queda de ellas, pues sus orígenes datan del siglo X ni más ni menos. La muralla se fue ampliando y mejorando durante cientos de años hasta que Felipe V en el siglo XVIII desmanteló la fortaleza tras la Guerra de Sucesión española con lo que dejó de tener importancia defensiva.
Existen varias rutas para subir a lo alto de las murallas y tener una panorámica espectacular del pueblo con toda la sierra de fondo, pero la habitual es desde la Casa de la Julianeta hacia arriba, no hacia la Plaza Mayor y a subir cuestas, dejamos a la izquierda la iglesia de Santiago y seguimos subiendo hasta que vemos la muralla y una escalinata.
RINCÓN DEL ABANICO
Tanto si has decidido subir como si no, hay que volver a la Plaza Mayor, no sin antes ver un par de lugares pintorescos:
El rincón del abanico. Es una serie de casas de color rojizo con una estructura realmente curiosa donde los balcones de madera se funden unos con otros. Por cierto, nuestra terraza está ahí.
Como dato curioso debes saber que el color rojizo o salmón de la mayoría de las casas de Albarracín se debe al yeso de sus paredes obtenido a partir de las piedras de rodena, muy abundantes en las canteras cercanas.
CASA DE LA COMUNIDAD
Se le denomina también la «Casa del Abanico», por la forma que adoptan las diferentes alturas de los pisos cortándose y unidas como las aspas de un abanico.
El edificio fué sede de la Comunidad de Santa María. Está situada muy cerca de la Plaza Mayor y al lado del Portal del Agua, desde el que podemos contemplar una de sus mejores vistas.
Tiene cinco plantas, las tres últimas se superponen en orden creciente, creando los voladizos que la hacen singular.
Entre los espacios interiores, destacan, en la planta noble, el despacho y las alcobas del juez y la capilla, todos ellos decorados con pinturas murales.
PORTAL DEL AGUA
El Portal se sitúa semioculto entre los torreones de la muralla y adosado a uno de ellos al que se tiene acceso a través del cuerpo de guardia. Dado su destino semiclandestino no se trata de una puerta monumental, sino de un sencillo arco de sillería de medio punto hacia el exterior y rebajado en la parte interior para albergar los portones. Sobre el arco existe una pequeña construcción destinada a ser el cuerpo de guardia y que hoy en día presenta un balcón hacia el exterior y una galería con escaleras entre los muros. En la actualidad se encuentra restaurado
Cascada de Calomarde
Si has decidido estar algunos días en Albarracín, te vamos a recomendar varias excursiones que merecen la pena:
La primera es la Cascada de Calomarde.
La Cascada de Calomarde (también conocida como Cascada Batida o Cascada del Molino Viejo) es una de las más impresionantes de la Sierra de Albarracín.
Se trata de un enorme salto de agua de unos 20 metros de alto, en el transcurso del Río de la Fuente del Berro, un afluente del río Guadalaviar.
La cascada se encuentra junto a la carretera A-1704, que une Calomarde con Royuela. En la misma carretera encontraremos un cartel que señaliza el aparcamiento.
La Cascada de Calomarde tiene muy fácil acceso, lo que la hace ideal para ir con niños. Podemos aparcar en el parking que hay junto a la carretera y allí, bajando apenas unos metros por el sendero señalizado veremos la cascada desde el mirador superior. El sendero baja hasta el pie de la cascada para poder verla de cerca.
RUTA DEL BARRANCO DE LA HOZ EN CALOMARDE
Si has aparcado el coche en Calomarde, estupendo, si no, al final del pueblo antes de una pronunciada curva podemos dejar el coche, no es un aparcamiento oficial, por llamarlo de alguna forma. Es una zona al lado de la carretera donde podemos dejar nuestro vehículo. Si no hay sitio a 500 m tienes un parking.
Comenzamos la ruta desde la propia carretera, siguiendo las indicaciones “Cañón de los Arcos 0,5 km”, por una pista asfaltada que llanea por la margen izquierda del Río Blanco. Pronto, dicha pista asfaltada se convierte en una pista de tierra, amplia y cómoda, y bien habilitada con algún panel informativo.
Pasamos junto a la esbelta figura de la roca conocida como El Moricacho, probablemente la más sorprendente de toda la ruta.
Poco más adelante nos topamos con la Presa de los Ahogados, cuyo nombre se debe al triste suceso acaecido a finales del s XIX, en que dos personas perecieron ahogados al intentar cruzar el río tras una tormenta.
Primer desvío: nosotros, a la izquierda.
Pronto alcanzamos el primer tramo, breve, de pasarelas. Apenas debemos remontar unos escalones para cruzar un puente sobre el río y volvemos a descender. Seguimos, por tanto, caminando por la margen izquierda del Río Blanco, tranquilo en este punto.
El cañón se va encajonando progresivamente, mientras la senda serpentea por su base, en un terreno semi boscoso. Otro tramo de escaleras, e incluso un tramo de roca desnuda equipada con una cadena para sujetarse nos permiten superar un trecho en el que el río se estrecha cerrando el paso a pie.
El cañón se estrecha por momentos.
Caminamos por tramos sombríos, por una senda muy evidente, hasta llegar a otro de los puntos más espectaculares de la ruta: el Puente de la Toba. Unas pasarelas se elevan un par de metros sobre el Río Blanco, introduciéndose en un túnel de roca natural, angosto y sobrecogedor. La escasa altura de la roca obliga a ir agachados, debiendo tener precaución de no golpearnos la cabeza con las piedras que sobresalen.
Una vez superado el Puente de la Toba el camino cambia a la margen derecha del río mediante un tramo ascendente y estrecho, en el que extremar la precaución puesto que en caso de resbalar (y, sobre todo, si el terreno está mojado/helado) acabaríamos unos metros más abajo, en el río. Algunas barandillas, aunque inconstantes, nos facilitan la seguridad aquí.
Descendemos a la orilla del río para, unos metros más adelante, volver a superar su cauce mediante un pequeño puente metálico, en un rincón tranquilo que invita al descanso. Tras ello, otro tramo de escalones de madera que nos lleva a ascender por la margen izquierda, en otra zona espectacular en que el camino se eleva más de una decena de metros sobre los verticales acantilados que dan al río. Aunque el camino es relativamente ancho y está bien habilitado, precaución.
A partir de aquí dejamos, por el momento, los tramos de pasarelas. Toca llanear por un agradable sendero que transcurre junto al río, en una zona del cañón de paredes verticales pero lo suficientemente ancha como para pasear tranquilamente.
Otro bonito tramo de pasarelas, más sencillo pero igualmente interesante, nos permite salir del angosto cañón para ya caminar por tramo de bosque, en que la senda se parece desdibujarse en algún punto, pero carece de pérdida alguna.
Llegamos a la zona del Molino de Enmedio, donde un panel informativo nos explica algo sobre la ruta realizada y el entorno en que nos hallamos. Tras leerlo brevemente, continuamos la marcha por terreno llano, por la margen derecha del río.
Recorremos unos centenares de metros por tramo boscoso y cómodo hasta llegar a un pequeño puente metálico que cruza de nuevo el río y que nos deposita en el entorno del Molino de las Pisadas. Según reza la leyenda, debe su nombre a las huellas que dejó el demonio grabadas en piedra al perseguir a un pastor y su rebaño que se habían internado en un bosque prohibido. En la actualidad, dicho molino guarda un aire más tranquilo y benévolo, siendo apenas una edificación semi derruida pero que esconde mucha historia de cómo fue la vida en estos lares.
Se abre el bosque, y llegamos a un terreno de prados herbosos, agradables.
Desde aquí comenzamos el camino de regreso que, a partir de ahora, transcurrirá en su mayor parte por la margen izquierda del río, en la parte elevada del cañón.
Seguimos las indicaciones del PR-TE 2 y del SL-TE 40 para ir separándonos del cauce del río y ascender con decisión hasta alcanzar una especie de collado. Tras él, el camino desciende ligeramente realizando una amplia curva a derechas por la ladera de la montaña, ofreciéndonos periódicamente buenas vistas de la cicatriz que labró pacientemente el río en estas tierras.
El camino, aunque no tan bien señalizado como previamente, no tiene pérdida: frente a nosotros, a lo lejos, se halla la Cueva de las Albardas, donde se encuentra un cruce de caminos señalizado con varios carteles.
Al llegar a dicho punto, aunque podríamos descender hasta el fondo del cañón (para llegar al camino de ida), lo ideal es continuar las indicaciones que nos llevan hacia el este (Calomarde/Presa del Ahogado, por el PR-TE 2 y el SL-TE 40). Así, continuamos la marcha por un aéreo pero ancho y cómodo camino por la parte alta del cañón, que otorga una fabulosa perspectiva del mismo. Otro paso espectacular en la ruta.
Poco a poco vamos descendiendo, hasta llegar al cruce inicial en que se desvían los senderos SL-TE 40 y el SL-TE 40.1 (este último es el que va por el fondo del cañón). Nos queda, tan solo, regresar por la amplia pista junto al río para finalmente volver al inicio de la ruta.
RUTA DE LOS Pinares de Rodeno
Esta excursión que os proponemos combina dos rutas bien señalizadas que os llevarán a través del bosque de pinos a conocer algunas de las pinturas rupestres, y a asomaros a un espectacular mirador sobre los Pinares de Rodeno. Son rutas fáciles que discurren por medio del bosque a partir de un área recreativa. Una parte de la ruta es de acceso universal, el “Sendero accesible Pinturas Rupestres – Mirador Peñas Royas”, por lo que se puede hacer en parte en silla de ruedas.
El punto de partida es el Área Recreativa del Navazo, a 4 km de Albarracín. Es un lugar muy agradable y muy fresco, cubierto de pinos. Se accede por la Carretera del Canto, incialmente en dirección a Dinópolis.
Antes de llegar al área recreativa vale la pena hacer un alto en un aparcamiento y mirador, unos dos kilómetros antes de llegar al área. Las vistas sobre el Barranco del Cabrerizo y los tajos de arenisca roja son impresionantes. si además tenéis la suerte de verlo al atardecer sus colores os harán imaginar que estáis en otro continente.
En primer lugar recomendamos que hagáis la ruta por la zona del arrastradero, vais a encontrar varios abrigos con pinturas rupestres debidamente protegidas, y formaciones rocosas entre el bosque de pinos en las que se practica escalada. Este tramo es de acceso universal.
Al final se encuentra el magnífico mirador sobre los pinares. En el camino de regreso también se pasa por varios abrigos con pinturas.
RUTA de los Abrigos Rupestres del Prado del Navazo
Ya que has hecho la ruta de los pinares del rodeno, al volver al punto de partida haced una segunda ruta, la de los Abrigos Rupestres del Prado del Navazo. También fácil y que lleva a otros abrigos con pinturas. Uno de ellos está situado en una preciosa cueva a cierta altura sobre las rocas.
En algunos de los abrigos las pinturas se ven con mucha claridad, en otros es más difícil distinguirlas.
FIJARSE EN DETALLES DE FORJA, PUERTAS Y BLASONES DURANTE NUESTRA VISITA
Los llamadores de hierro también son elementos móviles. Representan formas diversas evolucionadas desde las argollas a los lagartos, tiradores y aldabas.
Los clavos de las puertas principales son piezas de refuerzo cuya producción es lenta y costosa. Pueden ser esféricos, semiesféricos, estrellados, cuadrifoliados de chapa recortada y calada e incluso repujada. Forman parte del uso decorativo que cumple la forja.